El Renacimiento fue un movimiento que marcó el fin del Medioevo,
dando paso a la Edad Moderna. Fue una reacción que afectó no solo al arte, sino
a la ciencia, la literatura y la forma de pensar de los hombres.
Luego de la opresión sufrida debido al poder de la
Iglesia, surgió una necesidad de retomar los preceptos de la antigüedad, lo que
originó un renacer de las culturas griega y romana. Sin embargo, este renacer
no consistió en una copia exacta, sino en la inclusión de sus ideales, leyes y
cánones que, junto con la tradición cristiana ya existente, originaron este
gran fenómeno cultural.
Es por esto que el Renacimiento no significó una
separación con lo anterior. De hecho, éste convivió con el Gótico durante un
periodo de tiempo, hasta que poco a poco empezó a imponerse. Es decir, el movimiento renacentista no fue
una ruptura, sino más bien una evolución. Esta transición se puede observar en las
obras de artistas como Giotto y Brunelleschi, quienes
fueron de los primeros en incluir características greco-romanas en sus creaciones.
Otra particularidad importante del renacentismo fue la
separación entre lo cívico y lo religioso. El Renacimiento ubica al hombre como
centro y medida de todas las cosas, separándolo de la Iglesia, que antes
ocupaba esa posición. Es decir, el hombre pasó a ser importante; sus valores, su inteligencia y conocimientos eran tomados en cuenta. Ya no estaba mal buscar la fama y los artistas no tenían que permanecer en el anonimato. Se eliminó la Inquisición, buscando una fe interna, más espiritual y libre. En fin, se logró recuperar la dignidad del ser humano perdida en la Edad Media.
Cuando el hombre empezó a hacerse preguntas que la religión o la Iglesia no podían contestar y se cansó del "porque Dios lo quiso", la teología dejó de ser suficiente y debió buscar las respuestas en otra parte. Por lo que se podría decir que el Renacimiento surge a raíz del cambio de mentalidad del hombre que lo llevó a dejar los dogmas de lado y buscar la razón.
