miércoles, 20 de marzo de 2013

Arte en la Edad Media


La Iglesia Católica ha utilizado el arte para transmitir su mensaje desde sus orígenes en el siglo IV hasta la actualidad, y con cada período histórico ha sabido utilizar esa herramienta dependiendo de los conocimientos y cultura de la época. Sin embargo, la Edad Media fue la más notable ya que la religión se apoderó completamente de la temática del arte.

En la Edad Media existían dos grandes propósitos alrededor de la religión: reflejar el pensamiento de la comunidad eclesiástica y difundir el cristianismo. Este último fin pedagógico se vio obstaculizado por el hecho de que la mayoría de la población era analfabeta, así que, al igual que con el primero, recurrieron al arte.

La instrucción religiosa se llevó a cabo a través de la visión. La Iglesia hizo plasmar todo su dogma en pinturas, construcciones, esculturas, mosaicos y cualquier otra forma de arte que pudiera proporcionar una imagen para educar al pueblo en la fe cristiana. Es por esto, que la antigua idea de belleza se dejó de lado, eran obras que procuraban transmitir mensajes espirituales, buscando más el entendimiento que el agrado a los sentidos del hombre.

Una de las ramas artísticas con más influencia religiosa fue la arquitectura. En la actualidad se pueden encontrar en muchos países de Europa construcciones destinadas al servicio religioso, como las basílicas y los monasterios característicos de este período. Se podría decir que la arquitectura fue la principal manifestación artística de la Edad Media, pues las demás ramas casi no se presentaron fuera de ésta.
Como conclusión, en el Medioevo no hubo libertad de expresión artística, la Iglesia anuló el espíritu de los artistas y limitó su creatividad. En la actualidad, a pesar de que no es su única función y hay gran variedad de tendencias, el arte sigue siendo utilizado por la Iglesia, no tanto para expandirse sino para aumentar la devoción en los fieles.

“Para transmitir el mensaje que Cristo le ha confiado, la Iglesia tiene necesidad del arte. En efecto, debe hacer perceptible, más aún, fascinante en lo posible, el mundo del espíritu, de lo invisible, de Dios” (Juan Pablo II, 1997).